Tu figura distante me persigue, me aleja, me somete a un
tormento sigiloso que poco a poco se va haciendo realidad, se va haciendo
constante… me persigues, me asombras que todavía te encuentre en la distancia
del tiempo, de la situación perdida, olvidada, me gustaría alejarme de ti, y
cada vez que lo intento hacer se va haciendo más difícil que te apartes, tus
ojos con un eléctrico ardor… me persigue… soy neurótico, paranoico, sos mi
contrincante, mi enemigo acérrimo, mi mayor delirio, mi ¿qué?, que se te ocurre
ser el día de hoy, el que me espanta, el que me olvida, el que me mata en
silencio, el que supone que cada día será fenomenal pero al caer el sol me
recuerda que vivo en tu silencio, en tus brazos, en tus fotos, en tus
instantes, mejor me alejo, buscaré un lugar más allá del sol, donde no
encuentre tu rostro, tu forma, tus pensamientos, tus ideas, tus genitales…
porque me persigues si sabes que me haces más mal que bien, o es que no sabes
que me derrito cuál hielo al sol al ver tu sonrisa, me matas, me asesinas, me
reinventas, me revives y me matas, una y otra y otra y otra y otra y otra y
otra vez hasta la infinidad del tiempo y del siglo, del siglo errante, del
siglo constante, y suspiro si te veo si te imagino, por favor, quisiera que te
alejaras de mí, otro fantasmas que más que muerto está vivo, está latente, está
presente… presente en el día a día o es que me enojo contigo porque no puedo
ser como tú, no me puedo expresar tan libre como tú, catarsis, y me enojas.
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